Cuando tenía 35 años, mi amiga Mariana me decía que tenía que replantearme la forma en que me tomaba mi trabajo, que ella cada vez conocía más personas que cuando llegaban a los 40 dejaban sus trabajos corporativos para trabajar por su cuenta, cultivar algo o por actividades mucho menos lucrativas, ya que nuestras generaciones estaban "quemadas" por el ritmo de trabajo y que eventualmente me iba a pasar. Yo era sin duda un caso de "workaholismo" extremo y siendo el trabajo la prioridad en mi vida no podía entender lo que me decía. Y de repente, el entorno en el trabajo cambió, pasé de sentirme dueña a ser el empleado n° 85. No podía creer todo lo que había dado y hecho por esta empresa y ahora me daba la espalda.
Pero como firme creyente que de todo lo negativo que pasa en la vida siempre podemos sacar algo positivo hoy puedo decir que gracias a la vida me pasó esto y hoy puedo decir que vivo mi vida, sigo en el trabajo entendiéndolo como tal y obtengo de él lo que necesito. Y sobre todas las cosas soy feliz, y le dedico mucho más tiempo a mis afectos y amigos.
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